Cortés viene de
cumplir una gira que comenzó en marzo en España y terminó el 30 de abril
en el Teatro Olympia de París, con el conjunto Los Andariegos como
invitado, tal como se presentará en Buenos Aires. Pero Los Andariegos y
Cortez
compartieron mucho más que estos escenarios, a lo largo de una
historia que comenzó en los pupitres del colegio Manuel Ignacio Molina de
San Rafael, Mendoza, y que el cantante narra con vehemencia: "Yo bien pude
haber sido un Andariego, pero las circunstancias de la vida determinaron
otra cosa".
Los Andariegos nacieron a fines de los años 50 entre la
barra de amigos de Cortez en el bachillerato, en la confitería París:
Pedro Cladera, Carlos Rodríguez, Rafael Tapia, Abel González, el Rubio
Jiménez y Cacho Ritrovato —quien años más tarde compuso Canción para un
niño en la calle con Armando Tejada Gómez y Los ángeles verdes—
("Con Cacho éramos compañeros de pupitre, amigos de toda la vida"). Con la
edición del primer disco, en 1958, Los Andariegos se trasladaron a Buenos
Aires, donde ganaron peso dentro del panorama del folclore. Raúl Mercado y
Agustín Gómez ocuparon los lugares de dos de los miembros originales.
Después del golpe del ''76 se produjo la dispersión forzada.
Cuenta
Cortez: "Siento una admiración muy grande por ellos, porque fueron muy
fieles a sí mismos, lo cual les costó el exilio. Algunos tuvieron que irse
del país. Otros se quedaron debajo de la mesa, porque por arriba pasaba la
guadaña de la incomprensión y la ignominia. Pero todos tuvieron que
bajarse de los escenarios para defender su dignidad. Prefirieron deshacer
el grupo antes que ceder a las presiones".
Los Andariegos sólo se
reencontraron en escena ahora, a instancias de Cortez. "No fue fácil
reunirlos pero da gusto verlos ahora. Ya son personas grandes, abuelos, y
hay que ver con qué ilusión se suben al escenario".
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